miércoles, 15 de agosto de 2012

Ejercicio fisico y cardiopatias I

El ejercicio fisico en cardiopatas lejos de estar prohibido, debe ser prescripto para resguardar el resto funcional del corazon.
Las reglas para establecer la participacion de sujetos con cardiopatias congenitas o adquiridas , debido a las dificultades para cuantificar el esfuerz miocárdico durante el ejercicio, lo cual depende por un lado del tipo de deporte o actividad recreativa, y por otro de la cardiopatía congénita o adquirida de que se trate.
Resulta igualmente complicado calcular las demandas metabólicas de las distintas actividades físicas o deportivas, ya que la carga hemodinámica
impuesta es impuesta es diferente para cada deporte, e igualmente ésta será diferente según el grado de entrenamiento físico del sujeto. También juega un papel relevante no solo la cardiopatía en sí, sino también la gravedad de la misma. Otras veces las manifestaciones clínicas de la enfermedad aparecen por primera vez durante el ejercicio, pudiendo plantearse situaciones urgentes y graves para el paciente. En este senti
do, la “prueba de esfuerzo” se confirma como un test muy útil para valorar la resistencia al esfuerzo, y la posible aparición de arritmias o fenómenos isquémicos que harían que el deporte estuviera contraindicado en esos casos.
Por todo ello, es preciso que se realice en estos pacientes una valoración completa de la situación cardiovascular (que incluya una historia clínica completa, además de exploración física y exploraciones cardiológicas complementarias) con el fin de tener toda la información posible de la situación del paciente . Para poder concluir con una va-loración precisa, deberán integrarse di-versos e importantes factores relacionados con la participación del niño en ac-tividades deportivas, tales como el tipo de deporte, fisiología del ejercicio en re-lación con la cardiopatía del niño, así como la historia natural del proceso.
Por último, será importante valorar, de forma individualizada en cada paciente, la posibilidad de que se limite su actividad exclusivamente a la práctica de ac-tividades recreativas, o que por el con-trario pueda extenderlas al entrenamien-to y la competición. No obstante, la respuesta de qué es lo seguro para el paciente, no es posible contestarla con ab-soluta precisión, y las recomendaciones deberán basarse en el juicio del evalua-dor, o mejor, del equipo evaluador, así como en la experiencia y en la existencia de protocolos específicos diseñados para este grupo de población.

Tabla 1.- Protocolo de actuación médica para la valoración de la aptitud física
Historia Clínica
Exploración Física
Evolución natural de la enfermedad* (valoración del riesgo)
Exploraciones complementarias:
Analítica
Electrocardiograma
Ecocardiograma-doppler-color
Prueba de Esfuerzo (valorativa de capacidad funcional)
Holter
Estudio hemodinámico y/o electrofisiológico en pacientes de alto riesgo.
(*) Los pacientes con arritmias sintomáticas, síncopes, hipertensión pulmonar, y disfun-ción miocárdica se consideran de alto riesgo


El ejercicio físico es uno de los pilares centrales de los programas de rehabilitación cardiaca. Dichos programas se dividen generalmente en tres fases sucesivas (1), en las que la prescripción del ejercicio se adecua a la situación clínica y de capacidad física del paciente:
 
-         Fase I, intrahospitalaria, que abarca las primeras semanas de hospitalización, y cuyo objetivo es iniciar la movilización precoz de los pacientes para evitar los riesgos del decúbito prolongado, como la hipotensión ortostática, las atelectasias, y las trombosis venosas. Por ello, los ejercicios realizados en esta fase entran dentro de los fisioterápicos, con movilizaciones inicialmente activas y posteriormente pasivas, junto con sedestación y ambulación precoses.
 
-         Fase II, Intra-extrahospitalaria, durante los primeros meses tras la hospitalización, con el objetivo de adaptarse a ejercicios de mayor intensidad y mejorar la capacidad aeróbica del paciente, que aún requieren monitorización electrocardiográfica durante las sesiones en dicho periodo.
 
-         Fase III, Extrahospitalaria o Comunitaria, a partir del tercer o cuarto mes y que incluye todo tipo de ejercicios dirigidos a mejorar las capacidades aeróbicas y anaeróbicas (fuerza muscular), y a reducir los factores de riesgo coronario.
 
La mayor parte de los cardiópatas que se benefician de los programas de rehabilitación y prevención secundaria, pertenece a la fase III o comunitaria. Por esta razón, dado el  aumento del número de consultas sobre el ejercicio de estos pacientes durante sus revisiones cardiológicas, tanto a nivel hospitalario como ambulatorio, es necesario desarrollar la planificación de las estrategias que les permitan acceder a una práctica de ejercicio físico segura y controlada.
 
Las recomendaciones de ejercicio para esta población ante el inminente riesgo que éste puede desencadenar, deben ser muy específicas, concretas y pormenorizadas, de acuerdo con la patología subyacente y el nivel de aptitud física en cada caso.

IMPORTANCIA  DEL EJERCICIO FÍSICO EN LOS CARDIÓPATAS
 
Antes de desarrollar las recomendaciones sobre la práctica del ejercicio, el paciente debe estar concienciado de la importancia de los beneficios que dicho hábito puede reportarle a su salud, en general, y a su miocardio, en particular. Por ello, el primer objetivo es aclararles y transmitirles los efectos del ejercicio sobre los factores de riesgo coronario y sobre su cardiopatía en concreto.
 
En pacientes con cardiopatía isquémica, el entrenamiento físico mejora la vasodilatación dependiente del endotelio tanto en los vasos coronarios epicárdicos como en los vasos de resistencia, según los resultados de una investigación que se publica en The New England Journal of Medicine (2000). No obstante, a que los estudios sobre el efecto cardioprotector de entrenamiento físico en pacientes con cardiopatía isquémica han tenido resultados contradictorios.
 
EVALUACIÓN DE LA CAPACIDAD FUNCIONAL
 
En el paciente con cardiopatía isquémica el VO2 máx. se reduce según el grado de limitación que determine la afección miocárdica tras el infarto agudo de miocardio . De todas formas una capacidad normal de esfuerzo no excluye una importante afección cardíaca, ya que no debe ignorarse la ausencia de correlación entre el grado de alteración de la fracción de eyección en reposo y la capacidad frente al esfuerzo: algunos pacientes con una alteración muy importante de la fracción de eyección conservan una buena tolerancia al esfuerzo .
 
Un MET es la unidad metabólica que representa el consumo de oxígeno promedio en condiciones basales y equivale al consumo de oxígeno de un individuo en situación de reposo (3,5 ml/kg/min). Por tanto, 6 METS es una actividad física que multiplica por seis ese consumo basal.
 
También se observa con frecuencia en el informe o en la historia clínica, la capacidad funcional del paciente expresada en grados l, Il, lll, o IV . Son reflejo de una clasificación de la Sociedad Neoyorquina de Cardiología, o de la Canadiense.
 
En el grado I estarían los pacientes con ausencia de síntomas en su actividad habitual y equivaldría a poder realizar 7 o más Mets. El grado ll son pacientes sintomáticos de angina o disnea con actividad moderada o limitación ligera de su actividad física (5-6 Mets). El grado lll, síntomas con escasa actividad o notable limitación  de su actividad física (3-4 Mets). Y el grado IV con síntomas en reposo (1 o 2 Mets).
 
  1. Trastornos ligeros (grupo I)
 
La capacidad frente al esfuerzo es normal (marcha rápida o muy rápida, ascenso de pendientes, correr, subir escaleras, transportar pesos y realizar actividades deportivas, incluidas las de competición). El porcentaje de incapacidad está comprendido entre el 0 y el 5%.
 
  1. Trastornos moderados (grupo II)
 
La capacidad de esfuerzo no es completamente normal, pero el paciente continúa siendo apto para realizar esfuerzos importantes o relativamente importantes: marcha rápida, ascenso de una cuesta, subir más de tres pisos, correr distancias cortas, efectuar actividades deportivas sencillas, no competitivas (natación, marcha, bicicleta, golf, etc.). El porcentaje de incapacidad varía entre el 5 y el 15%.
 
  1. Trastornos medios (grupo III)
 
La capacidad de esfuerzo está alterada, pero el paciente sigue siendo apto para realizar esfuerzos medios. La marcha normal es completamente factible, y si es rápida  aparece ahogo; así mismo, es posible subir dos pisos, aunque sea imposible correr, realizar actividades deportivas simples que el paciente pueda adaptar a sus circunstancias a voluntad (golf, natación, marcha, etc.). El porcentaje de incapacidad estaría entre el 15 y el 30%.
 
  1. Trastornos importantes (grupo IV)
 
La capacidad de esfuerzo está reducida o muy reducida, aunque el paciente continúa siendo apto para realizar esfuerzos moderados: al andar debe pararse si deambula a un ritmo normal en compañía de otra persona, y también cuando anda en terreno llano a su propio ritmo, al subir escaleras presenta ahogo antes del segundo piso y le resulta imposible correr, aunque puede efectuar las labores de casa (ir de compras, cocinar, limpiar, mantenimiento), excepto aquellas que exigen especial esfuerzo. El porcentaje de incapacidad oscila entre el 30 y el 60%.
 
  1. Trastornos muy importantes (grupo V)
 
La capacidad de esfuerzo está muy disminuida. Como máximo (porcentaje de incapacidad cercano al 60%), el paciente puede llevar a cabo por sí sólo los denominados actos esenciales de la vida diaria, como acostarse y levantarse de la cama, vestirse y desvestirse, efectuar su higiene corporal, desplazarse por el interior de la casa, sentarse en una silla y levantarse de la misma, cortar el pan, servirse bebida, alimentarse, ir al baño, limpiarse, lo que corresponde a esfuerzos ligeros. No es capaz de efectuar las actividades domésticas, ni siquiera las más sencillas (limpiar, ir de compras, cocinar). En un estadio más de gravedad, el paciente puede realizar por sí sólo, sin ayuda, el 75, el 50 y el 25% de los actos fundamentales de la vida diaria, y en los casos más graves es completamente dependiente de su entorno (paciente encamado permanentemente). El porcentaje de incapacidad es superior al 60%.
 
EFECTOS BENEFICIOSOS DEL EJERCICIO SOBRE LOS FACTORES CORONARIOS
 
El ejercicio físico aeróbico provoca adaptaciones físicas y bioquímicas, periféricas y centrales, por ejemplo aumento de las mitocondrias en el músculo esquelético entrenado, mejora de la actividad enzimática, mioglobina y la capilarización (5). El resultado de estas adaptaciones intermediarias al esfuerzo se expresa en la reducción de la demanda de oxígeno miocárdica  en un nivel submáximo de trabajo.
 
Los efectos periféricos se concretan en una disminución de la contractibilidad miocárdica, una reducción de la frecuencia cardíaca, la prolongación de la diástole, y la disminución de catecolamina circulantes . Estos factores también reducen la demanda miocárdica de oxígeno.
 Las características del flujo sanguíneo, se mejoran gracias a una disminución en la resistencia de la membrana eritrocitaria . Reduciéndose además, la agregabilidad y adhesividad de las plaquetas.
 En relación al metabolismo lipídico, disminuyen las lipoproteínas, de baja densidad y aumentan las de alta densidad contribuyendo a contrarrestar el proceso ateroesclerótico en conexión con cambios hormonales.
 
Por lo tanto, el ejercicio físico controlado actúa:
 
1.-Sobre el perfil lipídico:
 
v     Reducción de la hipercolesterolemia total
v     Reducción de los triglicéridos
v     Reducción de los niveles de LDL-colesterol
v     Aumento de los niveles de HDL- colesterol
 
2.-Sobre la presión arterial:
 
v     Reducción de los niveles de la presión arterial sistólica en reposo y durante el ejercicio moderado.(Submaximo)
v     Reducción de los niveles de presión arterial diastólica
v     Reducción de la resistencia vascular periférica por el aumento de la red capilar muscular.
v      Mejora el equilibrio del sistema nervioso autónomo (menor estimulación simpática)
 
3.- Sobre la diabetes:
 
v     Mejora el control de la glucemia.
v     Disminuye la hemoglobina glicosilada
v     Aumenta la captación de aminoácidos
v     Mejora la resistencia a la insulina aumentando la sensibilidad de los receptores de dicha hormona, mediante 

una doble vía:
 
-Indirectamente reduciendo el peso graso
-Por acción directa del ejercicio sobre dichos receptores.
 
4.- Sobre la obesidad:
 
v     Reducción del peso total y del peso graso
v     Aumento del peso magro o muscular
v     Aumentan las enzimas de oxidación
v     Aumenta la dinámica cardíaca
 
Como ya se ha mencionado, la prescripción del ejercicio físico, debe ser tanto mas individualizado y especifico cuanto mayor sea el riesgo debido a la patología cardiaca subyacente. De otro modo, los potenciales beneficios de estos programas pueden tornarse en riesgo, ya que algunas respuestas cardio-circulatorias ante un ejercicio inadecuado pueden agravar la situación clínica de los pacientes.
 En el caso de los pacientes con insuficiencia cardiaca, el ejercicio es una indicación clara en las fases I-II, pero dada la baja capacidad física de los pacientes la intensidad debe ser cuidadosamente prescrita y monitorizada para evitar el sobreesfuerzo, lo que en estos  pacientes sucede con facilidad .
Lo anterior también es una condición que debe ser considerada en la intervención con los pacientes de fase III. El ejercicio a intensidad inadecuada produce tres efectos que aumentan el riesgo  de sufrir un mayor daño miocárdico. La sobreestimación simpática, el aumento del estrés oxidativo y la disfunción del sistema  inmune desencadenada por el ejercicio de alta intensidad 

PROGRAMA PRÁCTICO DE EJERCICIO FÍSICO EN CARDIÓPATAS
 
Periodo de calentamiento
 
El inicio de la sesión de trabajo debe ser precedido por ejercicios progresivos de baja intensidad en aquellos grupos musculares que serán utilizados. La elevación progresiva de la temperatura corporal disminuye la viscosidad articular y aumenta la elasticidad muscular, reduciendo las resistencias y por ello haciendo el ejercicio más eficaz energéticamente.
Desde el punto de vista metabólico, el calentamiento aumenta la liberación de ácidos grasos libres, ahorrando el consumo de glucógeno y retrasando la aparición de la fatiga muscular .
 
Ejercicio aeróbico
 
Durante esta fase los ejercicios que se recomiendan son los de tipo dinámico y de contracción isotónica que comprometan grandes masas musculares.
La intensidad del esfuerzo debe ser baja a moderada alrededor de un 50-60% del consumo máximo de oxígeno (VO2 max). Dicha intensidad se puede controlar  mediante la Escala de Percepción Subjetiva del Esfuerzo de Borg  o por medio de la Extrapolación  del Gasto Metabólico para una tarea dada, o por la Frecuencia Cardíaca de Reserva, lo que le permitirá al  paciente sentir siempre el ejercicio como algo agradable y en ningún caso fatigante.
Se exceptúan los ejercicios de remo y similares, por tener  un mayor componente isométrico, como también de brazos, que pudieran aumentar el riesgo de elevación de la frecuencia cardíaca, de la presión arterial y de la demanda de oxígeno miocárdico.
Los episodios de esfuerzos deben ser continuos teniendo por objetivo llegar a una duración ideal igual o mayor a 10 minutos. Para que el estímulo entrenamiento de esta fase sea significativo se precisa un volumen total de trabajo entre 10-30 minutos, que pueden llevarse a cabo de forma continua o a intervalos, dependiendo de la condición  física de los pacientes.
Inicialmente se  aconseja realizar las sesiones de entrenamiento en días alternos para asimilar el trabajo realizado, y según el  mejoramiento de la capacidad funcional se puede ir acortando el tiempo de recuperación, hasta hacer el ejercicio a diario.
Los objetivos cuantitativos del tratamiento físico con sujetos sanos son llegar a gastar una cantidad igual o mayor a 200 Kcal. por sesión. De esta forma, dicho esfuerzo repercute efectivamente sobre el sistema cardiovascular y se logran alcanzar los beneficios adaptativos esperados  e inducidos por el ejercicio (28).
 
Adaptación muscular
 
Si bien el ejercicio aeróbico y dinámico es el que aporta más beneficios cardiovasculares, la reducción del riesgo cardíaco precisa un aumento del desarrollo muscular, dado que las sobrecargas por falta de este desarrollo muscular desencadenan contracturas que aumentan las resistencias periféricas y el riesgo coronario.
El estímulo necesario para mejorar el desarrollo muscular, debe ser gradualmente progresivo, comenzando por movilizaciones de cada segmento corporal sin cargas adicionales, y en varios intervalos de pocas repeticiones a lo largo del día.
Una vez mejorada la capacidad muscular, pueden utilizarse otros elementos como bandas elásticas y mancuernas de poco peso, que sirvan de estímulo para continuar dicho desarrollo.
 
Enfriamiento Progresivo.
 
Al igual que el inicio, la finalización del ejercicio también debe ser gradual hacia el enfriamiento, con ejercicios de estiramiento suaves y de relajación progresiva.
 
MEDIDAS HIGIÉNICAS Y AMBIENTALES
 
Dentro de las recomendaciones para el ejercicio saludable, no deben excluirse las relacionadas con las condiciones ambientales. Como también, recomendar calzado apropiado que disminuya las cargas en las articulaciones de los miembros inferiores, y reduzca las molestias relacionadas con los procesos artrósicos.
Uno de los factores de riesgo más importante relacionado con las disfunciones en estos pacientes, es el calor alterando las respuestas metabólicas y de FC ante  el ejercicio.
Mientras más grave es la cardiopatía, el riesgo es más alto de sufrir disfunciones debidas al calor, estos pacientes no deben ser expuestos a condiciones de temperaturas extremas (31). Su aclimatación es de menor rapidez en comparación a los menos severos.
La aclimatización en terreno  es posible realizando ejercicio gradual entre 7 y 10 días a temperatura ambiente permitiendo aumentar la capacidad para sudar, el sudor aparece a una temperatura corporal más baja y se reduce la pérdida de sal. Las respuestas de temperatura corporal y FC son más bajas durante el ejercicio y se reducen las probabilidades de que haya una reducción de los niveles de sal .
Una hidratación inadecuada, reduce el ritmo del sudor y aumenta las probabilidades de que se produzca una lesión a causa del calor . Por regla general, durante el ejercicio hay que centrarse en reponer el agua gastada y no las reservas de hidratos, de carbono o sal.
Haciendo ejerci­cio a temperaturas ambientales más altas que la temperatura del cuerpo se produce un aumento del calor corporal por convec­ción o radiación. Para que la temperatura corporal se mantenga a unos niveles segu­ros, debe haber una compensación a través, de la evaporación del sudor.
Para facilitar la evaporación,  hay que exponer tanta superficie de la piel como sea posible. Hay que elegir materia­les que permitan la evaporación del sudor; los materiales impermeables al agua au­mentan el riesgo de lesión a causa del calor y, por lo tanto, hay que evitarlos.
La evaporación del sudor, depende de la pen­diente de presión del vapor de agua entre la piel y el ambiente. En ambientes tem­plados y cálidos, la humedad relativa es un buen índice de la presión del vapor de agua. Una humedad relativa baja facilita la evaporación del sudor.
En las épocas en que el calor y la humedad son intensos, la dismi­nución de la intensidad del ejercicio ami­nora la carga de calor, así como la presión sobre los sistemas fisiológicos que deben hacerle frente.
El viento hace que la piel se pon­ga en contacto con más moléculas de aire y puede influir en la pérdida de calor de dos formas. Si hay un gradiente de tempe­ratura para la pérdida de calor entre la piel y el aire, el viento aumentará el ritmo de pérdida de calor por convección. De for­ma similar, si el aire puede aceptar hume­dad, el viento aumenta el ritmo de evapo­ración.
 
RECOMENDACIONES PARA UN PROGRAMA DE EJERCICIO FÍSICO CON  CARDIÓPATAS
 
En terreno se debe realizar ejercicio en las horas más frescas del día para evitar el calor del sol o de las superficies calentadas por éste; Manejar información relativa a los síntomas de las enfermedades relacionadas con el calor: calambres, mareos, etc.
Si es necesario un periodo de aclimatación, se debe aumentar la exposición al calor y a la humedad de forma gradual  en un período de entre 7 y 10 días; bebiendo agua antes, durante y después del ejercicio,  midiendo el peso corporal de  los pacientes todos los días para un buen  control de su hidratación.
De preferencia recomendar para la práctica del ejercicio pantalones cortos y una camiseta de algodón, exponiendo al sol  tanta piel como sea posible, pero sin olvidar algún tipo de protección solar para evitar el cáncer de piel.
Controlar la Presión Arterial y la FC varias veces durante la actividad y reducir o aumentar la intensidad del ejercicio para mantener el rango de la Frecuencia Cardíaca de Entrenamiento (FCE).
Esta última recomendación sobre la FCE, es la más importante. La FC es un indicador muy sensible de deshidratación, carga de calor am­biental y aclimatización. La variación de cual­quiera de estos factores puede modificar la res­puesta de FC ante cualquier ejercicio submáxi­mo fijo. Por lo tanto, es importante que a los pacientes se les controle su FC de forma regular y gradúen su ritmo para mantenerse en el rango de FCE.
 
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 Fuentes 
EJERCICIO FÍSICO Y DEPORTE EN
NIÑOS CARDIOPATAS
Dr. Antonio Baño Rodrigo, Dr. Gabriel Martos Moreno
Sección de Cardiología del Hospital del Niño Jesús.
Universidad Autónoma de Madrid. Madrid 
EL EJERCICIO FÍSICO COMO PARTE DEL TRATAMIENTO EN EL PACIENTE CORONARIO
  *Centro Andaluz de Medicina del Deporte. Hospital de San Juan de Dios.
Consejería de Turismo y Deporte. Junta de Andalucía España
**Universidad Metropolitana de Ciencias de la Educación
Departamento de Educación Física Chile